Yoga, la práctica de fluir y adaptarse
a los cambios de la vida

Escrito por Marielys Burgos Meléndez para El Estudio Astral™

Durante mi experiencia como estudiante y maestra de Yoga* muchas personas me han compartido sus miedos y reservas con la práctica. Comentarios como: “no sé si el Yoga es para mí porque no soy flexible”, “el Yoga no es para cuerpos voluptuosos”, “no tengo resistencia”, “tengo miedo a lastimarme”, “no sé cómo el Yoga puede ayudar a mi condición de salud”, son algunas de las preocupaciones que he escuchado. Mitos que han sido generados a través de proyecciones mediáticas del yoga que no responden a su esencia. Algunos de estos miedos, y otros tantos más, yo misma los viví.

Comencé a tomar clases de yoga gracias a una desmotivación. Sí, desmotivación. Me encontraba atravesando una gran tristeza y duelo luego de haber terminado mi maestría -sin poder entregar mi tesis aún-, no lograba conectar con mi creatividad, no me sentía realizada y estaba saliendo de un periodo de escasez financiera. Como no tenía acceso a clases de baile que me ayudaran a continuar desarrollandome profesionalmente en Puerto Rico, decidí hacer Yoga para mantenerme activa. Me integre a un estudio en San Juan donde una amiga enseñaba una vez por semana como parte de su certificación de 200hs. Para mi sorpresa, yo era la persona más joven de la clase lo cual me ayudó soltar el miedo a “la competencia” y la expectativa que tenía sobre mi rendimiento. Mis compañeros/as de clase, que fluctuaban entre los 50 y los 70 años, tenían mucha estamina y eran muy generosos con los tips que compartían. Durante las sesiones les veía adaptar las asanas -práctica de posturas física-, como más les convenía y tomar descanso cuando creían necesario. Esta experiencia intergeneracional con personas amables, divertidas y comprometidas con su bienestar me llenó de inspiración.

Construir el hábito de ir a clase no fue fácil. En ocasiones me levantaba muy decaída y decidía no ir a clase. Cuando esto sucedía lloraba de frustración y me sentía culpable. Lo que más me ayudó a salir del patrón del autoboicot en el que me encontraba -no judgement, todas hemos estado ahí- fue cultivar la memoria de bienestar y felicidad con la que salía de cada clase. Cuando volvía a levantarme decaída, brincaba de la cama, me cambiaba y llegaba temprano al estudio. “I made it”, pensaba. No me molestaba esperar media hora a que comenzara la clase. Estar en el estudio ya se convertía en un logro en sí mismo. Yes!! Con el paso del tiempo, mi cuerpa misma me fue pidiendo más actividad, así que incorporé pequeñas sesiones de yoga en casa durante las mañanas que no había clase. Mi training en danza contemporánea ya me había dado las herramientas para poder adaptar actividades de movimiento a las necesidades de mi cuerpo. Sin embargo, aprendí que el Yoga no requiere que alguien tenga habilidades físicas específicas de antemano. La práctica del Yoga principalmente cultiva la integración cuerpo-mente para poder estar en armonía con la esencia de la vida -el constante cambio y la incertidumbre-. Las posturas son una de muchas herramientas para hacerlo.

Las posturas de Yoga o Asanas
Se le conoce como “Yoga Postural” a lo que practicamos hoy día en la mayoría de los estudios -si has visitado uno, seguramente estás familiarizada con “el saludo al sol”-. Estas vertientes del Yoga han sido producto de investigaciones creativas que han sido sistematizadas por diversos maestros/as -gurús-. Una de las escuelas que más se ha popularizado es la de Hatha Yoga, la cual promueve el bienestar mental y corporal específicamente a través de las posturas físicas -Asanas-. No obstante, hay diversas escuelas de yoga, cada una con un enfoque y metodología distinta. Mi educación en Yoga se nutre de distintas escuelas, y fue precisamente la escuela de Hatha Yoga la que sentó las bases para mi formación. Recuerdo que durante las sesiones de Asana siempre había “modificaciones” de posturas, para adecuarse a las condiciones de cada cuerpo. Mis maestras no me presionaban a ejecutar, sino más bien me invitaban a sentir y tomar decisiones propias. Mi certificación de 200hs incluyó sesiones de Yoga en silla que son muy beneficiosas para personas de edad avanzada, embarazadas, personas con lesiones o que no pueden utilizar sus piernas.

Mi práctica nunca ha sido la misma a lo largo de mis estudios y desarrollo de mi práctica. He aprendido que mi práctica personal no tiene que verse de alguna forma específica ni debo compararla a la de nadie. Mi cuerpo es único y, por ende, mi relación con el Yoga. Ha sido hermoso aprender a transitar mis ciclos menstruales y ánimos, lesiones, accidentes, momentos de alta productividad laboral, fatigas, cambios de estaciones, viajes, mudanzas y más, a través de la fortaleza física y la claridad mental que ha generado el yoga. Es la autoconciencia, fluidez y la armonía con el cambio -como mencioné antes- lo que se aprende cuando recurrimos y nos comprometemos con esta práctica milenaria. Esto nos permite reconocer nuestra naturaleza interdependiente e interconectada, nuestra capacidad de amar profundamente y ser amados, y de vivir vidas que no inciten a la violencia -propia o hacia lo que nos rodea-.

Si estás lista para explorar tu cuerpo y cultivar awareness de forma amable y compasiva, escríbenos. En El Estudio Astral™ contamos con profesionales que pueden ayudarte a descubrir el flow de tu propia práctica.

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